En el Reino Unido, existe un programa escolar del Departamento de Salud para promover hábitos alimenticios saludables ofrece cada día una pieza de fruta o verdura fresca a los escolares de seis años. Pesticide Action Network (PAN) del Reino Unido ha estudiado los resultados de los análisis que el Gobierno ha hecho de esos alimentos desde 2005 hasta 2016, y ha contabilizado la presencia de 123 pesticidas diferentes. Entre ellos pesticidas con reconocidos efectos cancerígenos, otros sospechosos de ser disruptores endocrinos, y otros organofosforados que pueden afectar negativamente al desarrollo cognitivo de niños y niñas. En dos de cada tres muestras se encontraron restos de más de un pesticida, y hubo algunas muestras individuales con 13 químicos diferentes. Según los datos de PAN, los niveles de residuos contenidos en los alimentos del programa escolar son más altos que los presentes en los alimentos convencionales disponibles en supermercados y que el Gobierno británico analiza de forma periódica.
La organización ha recogido los resultados en el informe “Food for thought”, en el que alerta sobre los riesgos añadidos que implica la exposición de los niños y niñas de corta edad a estos pesticidas, así como sobre las posibles consecuencias del “efecto cóctel” que se deriva de la combinación de distintos pesticidas en un mismo alimento. Según sostiene PAN UK, por un céntimo de euro más por niño y día, toda la fruta y verdura que se distribuye a los escolares a través del programa gubernamental podría ser ecológica, un cambio que “no sólo protegería mejor la salud de los niños, sino que también daría un muy necesitado apoyo al sector ecológico británico”.
Una denuncia que seguramente tenga muchas similitudes con las que estamos haciendo