En un mundo en el que el número de personas afectadas por el hambre ha aumentado lentamente desde 2014, y en el que cada día se pierden o desperdician toneladas y toneladas de alimentos, es fundamental reducir las pérdidas y el desperdicio.

A nivel global, aproximadamente el 13% de los alimentos producidos se pierden entre la cosecha y la venta minorista. A ello se suma el hecho de que en torno al 19% de la producción total de alimentos se desperdicia en los hogares, la restauración y el comercio al por menor).

Según el Informe sobre el Índice de Desperdicio de Alimentos 2024 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los hogares de todos los continentes desperdiciaron más de mil millones de comidas al día en 2022, mientras que 783 millones de personas se vieron afectadas por el hambre y un tercio de la humanidad se enfrentó a la inseguridad alimentaria. El desperdicio de alimentos sigue perjudicando a la economía mundial y alimentando el cambio climático, la pérdida de naturaleza y la contaminación.

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