Con motivo del Día Mundial de la Lucha Campesina, el pasado 17 de abril, el movimiento Nos plantamos, del que forman parte más de 50 organizaciones, reclamó la necesidad de apostar por una transición urgente hacia métodos de producción agroecológicos, sostenibles y diversificados, bajo proyectos familiares prósperos y a pequeña escala.
Las organizaciones reivindicaron, a su vez, un sistema agroalimentario en manos de las personas agricultoras y consumidoras, que no esté dominado por el poder de la industria agroalimentaria, los grandes supermercados ni los lobbies de la agroindustria. Consumidoras y consumidores quieren poder acceder fácilmente a alimentos sanos, producidos de forma justa y sostenible.
Este modelo agroecológico, que responde a los retos sociales y ambientales actuales, busca también la preservación de la biodiversidad y la paz con justicia social, soluciones campesinas a la crisis alimentaria y climática que se vive en España y en otros lugares del mundo. Ante esta transición, el colectivo también considera imprescindible el acceso a la tierra, precios justos para productoras y consumidoras, la promoción de la agroecología y las semillas campesinas y la defensa de la soberanía de los pueblos.
La disminución del número de personas agricultoras, el aumento de la superficie de las explotaciones de gran tamaño, la disminución de las de pequeño y mediano tamaño, o la distribución desigual de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC), muestran la realidad de un modelo imperante en el Estado español: una agricultura sin agricultores, dominada por los mercados, los acuerdos de libre comercio, y normas y políticas a medida de la agroindustria, que deja atrás la agricultura familiar y social basada en la agroecología.
Este sistema agroalimentario industrial sigue impulsando la pérdida de población rural, de agricultura familiar y social, y la falta de relevo generacional. También conlleva consecuencias ambientales graves, como el aumento de la contaminación de las aguas por la agricultura intensiva y la pérdida de biodiversidad. A esto se suma el impacto de la crisis climática y de biodiversidad sobre la agricultura de pequeña y mediana escala, con pérdidas de hasta el 80% según el cultivo.
La agricultura familiar en España supone el 82 % de las explotaciones agrarias, y es fundamental para la cohesión social en el mundo rural, para el cuidado de la biodiversidad agraria que produce alimentos sanos y sostenibles, y para el desarrollo del modelo agrario socialmente justo y sostenible. Sobre esta agricultura deben centrarse el desarrollo de sistemas alimentarios sostenibles y resilientes ante la crisis ecosocial, climática y de biodiversidad.
Por ello, las organizaciones que conforman La Vía campesina, así como Nos plantamos, recordaron la importancia de apoyar a las fincas familiares y sociales a pequeña escala hacia una transición más sostenible y justa desde un enfoque social, medioambiental y económico que fortalezca la soberanía alimentaria.