Las iniciativas de consumo de alimentos de proximidad en escuelas y colegios madrileños crecen poco a poco. La última novedad es la experiencia piloto de las escuelas Cielo Azul, La Jara, Gigantes y Cabezudos y Zofío, que este mes de julio han realizado sus primeros pedidos de verdura, hortaliza y fruta a una agrupación de proyectos madrileños de producción agroecológica.

Varias escuelas infantiles y colegios participantes en el proyecto Alimentar el Cambio vienen consumiendo en los últimos cursos aceite de oliva, panes artesanos, carnes o lácteos de productores/as ecológicos/as madrileños/as (podéis encontrar detalles en los relatos incluidos en la sección Voces del Cambio de este blog).

Se trata no obstante de un porcentaje minoritario del consumo alimentario que se da en dichos centros, tal y como ocurre de manera generalizada en el sector de la restauración escolar. Sin embargo el consumo de vegetales frescos de proximidad venía siendo muy difícil, ante la ausencia de incentivos al consumo de alimentos locales en la normativa autonómica que regula los comedores escolares, y la dificultad de orientar las producciones hortícolas ecológicas madrileñas a las peculiaridades del consumo escolar.

Esta situación ha empezado a cambiar en este sofocante mes de julio de 2019. Por un lado, varios  proyectos productivos agroecológicos madrileños vienen trabajando en los últimos meses, con el apoyo del proyecto MARES, en la constitución de una cooperativa de segundo grado, que les permita, entre otros objetivos, suministrar regularmente a centros escolares.

Por otro lado, estas escuelas habían trabajado durante al menos un curso en la mejora de sus menús: promoviendo un mayor consumo de verduras, hortalizas y frutas de temporada, la incorporación progresiva de grupos de alimentos ecológicos, y la estimación de las cantidades de alimentos que necesitarán a lo largo del curso aplicando sus nuevos menús de temporada. Para este proceso han contado con el apoyo de las cooperativas madrileñas Garúa y Germinando.

Tras varias reuniones previas preparatorias, en el mes de julio han comenzado los primeros pedidos. La mayoría de verduras consumidas se han producido en las huertas madrileñas implicadas, mientras que una parte importante de la fruta ofertada procede de otros territorios (plátanos, frutas de hueso…), dada la escasa producción frutícola regional (a la que la demanda desde escuelas podría ayudar sin ninguna duda a crecer). No han faltado, eso sí, ricos melones y sandías de kilómetro 0, que sin duda ayudarán a aliviar el calor de estas semanas.

Cocineras y comensales de las cuatro escuelas destacan el sabor y la buena calidad de estos vegetales.  “Merece la pena pagar un poquito más por productos cercanos de tan buena calidad, sin restos de pesticidas, y cuya producción favorece a los ecosistemas y ayuda a enfriar el planeta”, nos decía el responsable del comedor de una de las escuelas.

Tras los pedidos durante julio (fase piloto de la iniciativa), evaluaremos sus resultados para estudiar  acuerdos de compra para todo el curso 2019/20, así como la posible incorporación de más escuelas a la iniciativa. Podéis contactarnos aquellas escuelas interesadas en participar a partir de septiembre.

Esta iniciativa es fruto, además de todo el trabajo y esfuerzo de sus protagonistas -productores/as y comunidades escolares-, de las sinergias entre el Proyecto Mares y dos proyectos apoyados por la Fundación Daniel y Nina Carasso, que promueven la transición ecosocial del sistema alimentario madrileño. Se trata de Alimentar el Cambio, liderado por la Cooperativa Garúa, y de Madrid ciudad, articulando el sistema agroalimentario regional. Alianzas y proyectos agroecológicos desde el Pacto de Milán, liderado por Germinando y Justicia Alimentaria.